Page 170 - San Luis Bertrán Eixarch
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Lo que ciertamente la Iglesia no hace es
apoyar la impiedad, la opresión y la violencia,
que demagógicamente pretende demostrar que
la unidad religiosa es contraria a la libertad
individual y el bien de la República y por eso no
apoya a los que furiosamente atacan poblaciones
inermes, queman templos y trastornan la
disciplina y paz social por medio del terrorismo
y el desplazamiento forzado.
También es evidente que un pueblo sin
familias y a la deriva religiosa y social, es fácil
objeto del primer oportunista que lo incite al
lucro fácil y que una vez la impiedad se apropia
del gobierno de una nación, con el falso pretexto
de la conveniencia pública realizará todo tipo de
reformas para darle aire de legalidad a temibles
injusticias, conduciendo a la nación victimizada
a la ruina total de su economía y su paz social.
Poco a poco, durante cinco siglos, se fue
cambiando la suave influencia de la religión
sobre las familias, las leyes dejaron de ser
ilegítimas cuando contradicen la moral objetiva
de la cual la Iglesia es guardiana. Se enflaqueció
la autoridad de papas y obispos, que corregían a
los gobiernos sin aplastar a las naciones.
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