Page 151 - San Luis Bertrán Eixarch
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En la población de Tenerife, una vez
sucedió que un mayordomo llegó con sus
hombres a la iglesia y sacó a palos a unos
cincuenta indígenas que escuchaban la doctrina,
diciéndoles: ―id malditos a trabajar que ese es
vuestro destino y no el Cielo que este cura os
promete‖. Los nativos asustados salieron del
templo y lo dejaron solo. Le contó
personalmente este hecho San Luis a Fr. Antist
(Vidal y Micó, p.154).
A la confusión doctrinaria y el abuso con
los indígenas propiciado por la una coalición de
encomenderos, la falta de disciplina de los
mayordomos, la junta de teólogos protestantes y
curas renegados, se sumaron a las diferentes
interpretaciones y publicaciones de las Sagradas
Escrituras y las distintas posturas académicas de
renombradas universidades.
El barullo doctrinario había llegado a un
nivel tan alto que el Papa Paulo III, tuvo que
expedir la Bula Sublimis Deus, aclarando la
condición humana de los aborígenes y
prohibiendo que fueran esclavizados. Citemos
aquí parte del texto:
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