Page 129 - San Luis Bertrán Eixarch
P. 129

un árbol cargado de deliciosas frutas, que estaba

            sembrado sobre un prado perfectamente podado,
            que terminaba donde había una fuente de agua
            muy fresca. Jerónimo comió y bebió cuanto

            quiso, confesó su culpa y cargó sus alforjas para
            el camino. San Luis, advirtiendo aquello se las
            vació. Jerónimo quedó muy triste y a partir de

            aquí no quiso acompañarlo más en sus correrías
            apostólicas.
                  La providencia del Padre celestial, que no lo

            abandonaba, le envió otro criado español que
            también se llamaba Jerónimo, con quien anduvo

            siete meses en la selva. Por él sabemos que
            muchas veces, especialmente los viernes, San
            Luis Bertrán se alejaba de él y en un lugar
            apartado se disciplinaba descubriéndose el pecho

            y dejando que los mosquitos lo picaran mientras
            rezaba sin cesar ante un crucifijo. Pasados unos

            minutos, les decía: ―hermanos ya comisteis, ahora
            retiraos para que coman los demás.” Y entonces la
            nube de mosquitos se retiraba y venían otros a
            picarlo. (Algunas cosas singulares que hacen los

            santos son para significar místicamente su misión,
            pero no para que sean imitadas por otro).  Con esto

            San Luis significaba que su sangre la ofrecía


                                                                  115
   124   125   126   127   128   129   130   131   132   133   134